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Isla de Maio

Mayo es un diamante en bruto. Sus numerosos rincones vírgenes y sus pueblos de casas de colores adornadas con flores le confieren un aura romántica y acogedora.

Las largas playas desiertas de la isla son ideales para quienes buscan la tranquilidad de paseos ininterrumpidos por largas dunas de arena, pero no pueden prescindir de baños reparadores en las cristalinas aguas cálidas.

Con su rica biodiversidad, Maio alberga la segunda mayor concentración de especies marinas del archipiélago. Cualquiera que busque aventuras submarinas memorables debería visitar Maio. Aquí se pueden ver peces de arrecife y conchas endémicas de la isla, ballenas jorobadas (Megaptera novaengliae), limón (Negaprion brevirostris) y muchas otras especies.

En verano, las tortugas eligen las playas de Maio para desovar. Este espectáculo de la naturaleza puede ser observado por los visitantes, siempre que vayan acompañados de guías titulados, para no molestar ni espantar a las criaturas.

Los observadores de aves también encontrarán su espacio en la isla. Allí se pueden ver búhos (Tyto alba), el águila pescadora (Pandion haliaetus), el aguilucho lagunero (Cintura de ammomanes), el rápido (Cursorius cursor), el limícola (Himantopus himantopus), y varias otras especies.

Los habitantes de Maio mantienen vivas las tradiciones y la autenticidad de la isla. El festival de Tabanka, uno de los mayores acontecimientos culturales del país, reúne a la gente en torno al sonido de tambores y caracolas en alegres desfiles por los pueblos. 

Permítase explorar las carreteras empedradas que atraviesan la isla hasta las tranquilas aldeas de Calheta, Morro, Morrinho, Figueira da Horta, Pilão Cão, Ribeira de Dom João, Alcatraz, Barreiro y muchas otras. También merece la pena dedicar un momento a visitar las iglesias más pintorescas del archipiélago: las de Maio.

No podrás irte sin probar el queso de cabra de Maio, la variedad de marisco fresco, el mero a la plancha o una buena cachupa a la leña.

Mayo es sinónimo de sencillez y paz, y le está esperando; ¡venga a relajarse en cuerpo y alma!